¡Dios debe morir!

Caín es un asesino a sueldo cansado de la atmósfera de muerte y violencia que le rodea. En última instancia llega a la conclusión de que Dios es el culpable de su suerte, por lo que decide acabar con él. Por otro lado Abel tratará de impedir que cometa una locura.

Huellas

Huellas nombra un intervalo. El inicio de un deseo como una palpitación; su recorrido como el roce de dos realidades que se persiguen y sin querer dibujan un camino, una frontera donde el silencio retumba en el interior de la memoria, sobre las paredes de la cueva; su desenlace, el temblor de una despedida. La lluvia es la voz del narrador y la melodía de una de tantas historias.