El Muerto Rico

  • Título: El Muerto Rico
  • Director: Joaquin Fernand
  • País: España
  • Idioma: Español
  • Subtítulos: sin subtítulos
  • Duración: 07:00
  • Año: 2013
  • Sinopsis: Fueron los franceses de Napoleón quienes durante su ocupación de España fomentaron la proliferación de cementerios locales. En Córdoba, frente a la Puerta de Sevilla se erige el Cementerio de Nuestra Señora de la Salud, que adquiere este nombre de la ermita junto a la que se termina de construir en 1811 (que hoy forma parte del mismo), en los límites físicos de la Córdoba de por aquel entonces. En él descansan ilustres personajes, desde los locales José Cruz Conde y Rafael García Lovera, hasta grandes figuras del toreo como Guerrita, Largartijo, Machaquito y el inigualable y de fama universal Manuel Rodríguez Sánchez «Manolete», cuyas tumbas pueden visitarse a día de hoy.También existe una tumba que pertenece a un empresario de tiempos de antaño, quien hoy ha caído en un afortunado olvido y cuyo cuerpo recién enterrado protagonizó un extraordinario suceso que es narrado por viejos cordobeses en momentos íntimos y secretos al amparo del mutismo de los patios cordobeses. Una viuda heredera, un amante desvergonzado y una tarjeta de crédito que daba acceso a una buena fortuna son los elementos que se combinan con la codicia, la traición y lo sobrenatural para lograr que hasta los muertos se estremezcan.
    Si algún día decide ir a visitar este cementerio de rica y variada arquitectura, no olvide rezar por los errores de los que ya no están entre nosotros. Serán muchos los que se lo agradecerán.
  • Información adicional: Los #cuentososcuros de @JoaquinFernand pretenden recuperar la importancia del narrador y de la narración oral en la Historia del ser humano, el valor de la leyenda y del misterio para potenciar una mente investigadora y un espíritu inquieto. A su vez, busca también incentivar a la lectura contando cuentos de dimensiones y contenido universales. Por ello, se distribuyen con licencia Creative Commons 3.0.Se trata de una serie de cortometrajes de narración oral de los que se han publicado tres bajo el título genérico «Los Cuentos Oscuros de Joaquín Fernand», cuyos títulos son «La Casa de Trassierra», «Los Hombres-Árboles» y «El Muerto Rico».
    INFO DE PRENSA GENERALISTA SOBRE LA SERIE DE CORTOMETRAJES
    Los #CUENTOSOSCUROS de #JoaquinFernand
    serie de videocuentos de terror y misterio para Internet
    El narrador primero nace, y después se hace. Son dos pasos.
    Cuando se nace narrador, es lo que hay, toca y punto, no hay más, eso es todo.
    Tocan mil cosas diferentes al nacer, distintas y sin relación aparente entre sí, y una de ellas es esto.
    Hacerse narrador conlleva un esfuerzo continuado, pocas veces recompensado en la medida que el narrador estima oportuno según su criterio siempre subjetivo, más aún si es exigente consigo mismo. Hacerse narrador implica invertir en las potencialidades que te has descubierto sabiendo que caminas por un mundo aberrante desde cualquier perspectiva, sea personal, monetaria, emocional, laboral o aquella otra bajo cuyo prisma optes un día observar.
    Narrar es transmitir.
    Transmitir es difundir, hacer llegar, comunicar, conducir, transportar.
    Cada persona es un universo parcialmente independiente y realizar una transmisión le proporciona aportes distintos dependiendo de un sinfín de factores.
    Con esto de los #cuentososcurosdeJoaquinFernand había, y hay, varios retos: incentivar a la lectura y a descubrir el patrimonio inmaterial que es la literatura, generar cultura y difundirla libremente, crear leyendas nuevas sobre lugares o personajes o cosas reales y palpables, entretener y hacer disfrutar sin obviar las moralejas prácticas que las buenas historias de ficción siempre nos dejan, así como presentar y divulgar breves relatos de los que soy autor pero no leídos o actuados como de manera habitual se me demanda, sino improvisados oralmente con sinceridad y mucha humildad -errores incluidos-, sin ensayo, tal cual nacen y ese instante se captura vivo para quedar fijado, provistos de cierta interpretación para acompañar al espectador en un tono muy sencillo y cercano próximo a los relatos de campamento alrededor de una hoguera donde se genera un clima único, especial, auténtico; un clima bañado por la luz danzarina de las llamas que inspira y que estos cuentos buscan generar en quienes les presten atención.
    Todo ello sería producido y filmado con un presupuesto irrisorio, en un único plano secuencia con el que se jugaría en post-producción… ¡y con el plató vacío por completo! Es decir, que tras las pruebas pertinentes en los equipos ya configurados, una vez todo estaba en su punto las luces me iluminaron y me quedé completamente solo. De principio a fin. Nadie operaba el sonido ni la imagen más allá del control visual que yo mismo ejercía sobre una pantalla que me miraba fríamente; me hallaba frente a un micrófono y una cámara que esperaban con paciencia a que yo simplemente contara, narrase, transmitiera. Eran elementos estáticos que no se emocionaban conmigo, que me lo ponían difícil, que en cada pausa seguían registrando con la fidelidad incorruptible de las máquinas lo que acontecía.
    El plató utilizado es una localización natural ubicada bajo el suelo de la ciudad de Córdoba, España, destinada a otros usos muy alejados de la literatura o el cine, junto a una de sus avenidas principales y muy próxima a su rico y misterioso casco antiguo. Escogimos una esquina apartada de todo el espacio disponible y la acondicionamos para la filmación; era un espacio que contaba con cierto eco para la voz y mucha soledad. Mucha. La verdad sea dicha: se trata de un lugar sucio, decaído, inhóspito; los insectos que aparecen en la filmación estaban allí realmente, a mi alrededor. Había varios y de clases distintas, pululaban husmeando entre los cables serpenteantes que cruzaban el suelo, correteaban curiosos y volvían a esconderse al identificar que en aquel caos inhabitual había un ser humano. Algunos me escuchaban hablar, quizá atentos, incluso expectantes. Otros me obviaban como yo hacía con ellos, era un trato tácito recíproco que convenía a todas las partes.
    A menudo tenía que dejar de narrar porque se producían ruidos a mi alrededor que se colaban en el micrófono y yo veía en la pantalla de control cómo dejaban una estela en la gráfica sonora: tránsito de cañerías inoportunas, portazos lejanos, arrastrar de objetos, siseos, golpes reverberantes, ruidos mecánicos, alguna voz perdida que rebotaba en las paredes perdiendo fuerza pero no personalidad. Algunos de esos momentos de esperan han sido planos recurso para la edición de los cuentos a la par de servir para sonorizar la narración, crear ambiente para quien presta el oído al cuento. Reconozco que era difícil concentrarse en unas circunstancias tan desordenadas, pienso que esto se nota demasiado en la película final, me hacía olvidar matices y hasta de alguna manera me incitaba a acabar pronto. Pero quizá deba ser así, natural y fresco, real y verdadero, como es la vida misma y como son los sucesos que narran estos cuentos.
    Por eso son así y no de otra manera.
    Joaquín Fernand.
  • Webs de interés:
    Galileo Experience
    Joaquin Fernand
  • Publicado por: Joaquín Fernand