La Casa de Trassierra

“La Casa de Trassierra”
A 15 kilómetros al norte de la ciudad de Córdoba, en plena Sierra Morena, se abre el pulmón de Trassierra, un asentamiento de origen medieval rodeado de espesa vegetación mediterránea que tienen su culmen en los Baños de Popea, el Arroyo Bejarano y el río Guadiato. Ilustres personajes vivieron en sus casas, como el escritor del Siglo de Oro español Luís de Góngora y Argote, que fue párroco de su iglesia gótico-mudéjar o Beatríz Enriquez de Arana, amante de Cristóbal Colón.
Como buen pueblo serrano, son muchas las leyendas que pueden contarse. Sin embargo este cuento habla de un suceso extraordinario que tuvo lugar en los durísimos años posteriores a la guerra civil española, cuando los maquis mostraron férrea resistencia en los montes circundantes. Si nos perdemos entre las quebradas calles por detrás de la iglesia que se alza protagonista sobre el pueblo, siguiendo un camino estrecho de tierra poseído en tramos por la frondosa vegetación, enseguida daremos con el escenario del cuento, la casa que aún se mantiene en pie, cerrada pero nunca abandonada; una casa rodeada por un viejo muro de piedra parcialmente derruido, asaltado a veces por quienes buscan conocer de cerca la leyenda de la boda. Dentro del recinto encontramos un pequeño riachuelo que atraviesa la finca y es cruzado por un puente, y unos metros por encima se halla el pozo que escondió el cuerpo de un padre cuyo odio envenenó a un pueblo entero.
Si se encuentra la casa y se mira en el interior del pozo, es mejor no pedir la atención de nadie, no vaya a ser que, aun tanto tiempo después, el rencor pueda jugarnos una muy mala pasada.
En palabras de Joaquín Fernand:
«El cuento en sí se me ocurrió precisamente en una casa de la localidad donde transcurre la historia. Recuerdo que el grupo de amigos nos acercamos al pozo de la casa después de indagar por sus alrededores, estaba oculto parcialmente bajo un árbol, blanca su estructura y no demasiado profundo. La luz de un mechero devolvió nuestro reflejo en las aguas subterráneas, cuyo olor hablaba de cierto estancamiento. Uno de nosotros comentó que daba miedo. Le dije: dame cinco minutos que te voy a contar la historia de este pozo. Me retiré al puente sobre el arroyo con que cuenta la casa. Cinco minutos después el padre protagonista de la historia estaba listo para resucitar».

Los Hombres Árboles

“Los Hombres-Árboles”
Cerro Muriano, población de la localidad española de Córdoba, tiene su origen en la riqueza minera de la zona, exacavada desde época romana donde en tiempos del emperador Tito debió ser uno de los distritos mineros más importantes de la Bética. El nombre de la población puede proceder etimológicamente de varias palabras: Cerro de la Muerte del latín “Morituri”, por el elevado número de mineros que morían al estar la mayoría de las galerías inundadas, o bien su otro origen podría ser el de «mur muris» (roedor) por la prolijidad con que se encontraban dichos animales. Durante la II República Española (1931-1939) el entonces Ministro de Guerra Manuel Azaña adquirió para el Estado los terrenos que actualmente ocupa la importante Base Militar de la BRIM X, muy conocida por varias generaciones de españoles que realizaron el servicio militar allí. Fue en el año 1939 cuando el célebre fotógrafo Robert Cappa tomó la instantánea más conocida de la Guerra Civil Española, “Death of a Loyalist Soldier” (Spain, 1936), en la cual se aprecia la caída de un soldado republicano que acaba de ser alcanzado por un disparo mortal dentro de los límites de Cerro Muriano. Desde el año 1929, tras la decisión del abandono de la explotación minera provocada por la caída del precio del cobre en la Bolsa de Londres, Cerro Muriano perdió su principal recurso económico.
Poco más tarde es el momento en que se sitúa el relato de Joaquín Fernand, quien permite a su imaginación la puesta en marcha de una importante escuela-taller que diera de nuevo prestigio y vida a la localidad. En ella, se formarían los mejores para dar lo mejor a su país. Un descuido complaciente muy propio de los seres humanos desembocará en una tragedia inesperada, cuyas consecuencias más inmediatas permitieron que pasase desapercibida una extraordinaria anomalía que hiciese posible la existencia de los hombres-árboles.
En las inmediaciones boscosas de Cerro Muriano, en cualquier lugar donde prolifere la vegetación mediterránea, sólo un ojo muy entrenado es capaz de percibir la presencia de unos seres vivos inteligentes y capaces que han sabido hacer de la discrección su mayor arma de supervivencia.

El Muerto Rico

Fueron los franceses de Napoleón quienes durante su ocupación de España fomentaron la proliferación de cementerios locales. En Córdoba, frente a la Puerta de Sevilla se erige el Cementerio de Nuestra Señora de la Salud, que adquiere este nombre de la ermita junto a la que se termina de construir en 1811 (que hoy forma parte del mismo), en los límites físicos de la Córdoba de por aquel entonces. En él descansan ilustres personajes, desde los locales José Cruz Conde y Rafael García Lovera, hasta grandes figuras del toreo como Guerrita, Largartijo, Machaquito y el inigualable y de fama universal Manuel Rodríguez Sánchez «Manolete», cuyas tumbas pueden visitarse a día de hoy.
También existe una tumba que pertenece a un empresario de tiempos de antaño, quien hoy ha caído en un afortunado olvido y cuyo cuerpo recién enterrado protagonizó un extraordinario suceso que es narrado por viejos cordobeses en momentos íntimos y secretos al amparo del mutismo de los patios cordobeses. Una viuda heredera, un amante desvergonzado y una tarjeta de crédito que daba acceso a una buena fortuna son los elementos que se combinan con la codicia, la traición y lo sobrenatural para lograr que hasta los muertos se estremezcan.
Si algún día decide ir a visitar este cementerio de rica y variada arquitectura, no olvide rezar por los errores de los que ya no están entre nosotros. Serán muchos los que se lo agradecerán.

Eloy

Con un cinismo que roza la misantropía, Eloy escapa de todas las parejas que demuestran su amor en público. Para él, y su neurosis, cada beso ajeno es un espectáculo degradante.
No puede creer ser el único que se ve afectado por ellas.
Sin embargo, como buen amante de los extremos, Eloy disfruta, cuando es testigo de una ruptura pública. Aún cuando él pueda ser el próximo abandonado