El pequeño deshollinador – cuentos infantiles

El pequeño deshollinador, cuentos infantiles de ayer

¡ Cuánto frío hacía antes en las casas de nuestros antepasados, cuando el viento soplaba del norte, la nieve cubría calles y tejados, y el agua de los canales de desagüe se convertía en espeso hielo ! Durante siglos, las casas eran calentadas únicamente por una chimenea en cuya base se quemaba leña. La leña hacía una buena hoguera, pero cuando nuestros abuelos se alejaban de ella tiritaban de frío. El único inconveniente de las chimeneas no era el de calentar poco. Pronto se llenaban de hollín sus paredes, un hollín que en cualquier momento podía arder. Los incendios de chimeneas eran entonces una verdadera plaga. Sólo había un medio de evitar estos accidentes : el deshollinamiento, tarea de la que se encargaban normalmente niños.
El pequeño deshollinador llegaba haciendo sonar sus cacharros sobre el empedrado de las .calles estrechas, con su saco a la espalda, su raspador en la cintura, su gorro bien calado hasta los ojos y su cara manchada de hollín. Con los ojos vendados para no quedar ciego, se introducía en la chimenea y, con ayuda de sus rodillas y de sus espaldas, iba trepando lenta-mente. Poco a poco iba desprendiendo con el rascador el hollín adherido a las paredes, lle-nando de un polvillo negro toda la habitación. Cuando llegaba al techo, asomaba la cabeza al exterior y entonaba una canción para anunciar que había terminado su trabajo. Después de recibir algunas monedas, volvía  a la calle en busca de otros clientes, gritando : — ¡ El deshollinad0000r !