Escorts de lujo

Había sido la habitual pequeña de clase media alta de Valencia. Fui a un instituto privado de religiosas, hija única, fui a una Universidad privada y terminé económicas y derecho. A mi marido le conocí a los dieciocho años. Es ingeniero y trabajaba en una importante empresa de telecomunicaciones ganando un buen salario. Nos casamos cuando teníamos veinticinco años. Yo jamás había estado con otros hombres. Éramos la familia perfecta, pagando la hipoteca del piso, una criada, follábamos cada quince días, etc.
Tras el parto comencé a tener probelmas con las menstruaciones, no me venían puntualmente sino que se retrasaban o se adelantaban. En el mes de septiembre asistí a un ginecólogo privado que tenía la consulta cerca del trabajo. La visita a este ginecólogo me convirtió en una de las mejores putas lujo Valencia.

La visita al ginecólogo que me convirtió en una puta de lujo

Cuando vi al ginecólogo me quedé hipnotizada. Era un hombre de 1:90 y ochenta Kilogramos, pelo negro engominado, maduro pero no mayor, ojos azules… la mayoría de los hombres parecína dle montón a su lado.
Le conté mi problema mientras me miraba de forma penetrante. Después procedió a efectuarme las preguntas propias de un reconocimiento médico., que respondía pesando en que iba a estar desnuda delante de él y que se me estaban mojando las bragas.
Tras esto me dijo que me desvistiera y que me tumbase en una camilla ginecológica. Tenía las piernas abiertas y me mojaba toda. Me tumbé en la camilla y el comenzó a tocarme con un par de guantes de látex. Estoy segura de que se dió cuenta de mi situación pues me metió la mano por el coño, primero, y  por el culo después. Me di cuenta que el ginecólogo estaba masturbando indisimuladamente pero no dije nada. Utilizaba las manos de forma sabia. Estuvo así unos diez minutos. En este tiempo tuve varios orgasmos que a duras penas pude ocultar, o eso pensaba yo. Él sacó una muestra del fluido vaginal para examinarlo.
Dijo que todo era normal y que me vistiera. Me mandó unos análisis de sangre y una mamografía, diciéndome que volviese cuando tuviese los resultados.

Nunca había gozado tanto

Nunca en mi vida había gozado tanto, solo fueron diez minutos, y tuve 3 orgasmos increíbles. En los días que pasaron mientras que me hacía las pruebas no podía parar de pensar en él, en el trabajo, en casa, y en cualquier actividad rutinaria. Deseaba regresar a la consulta.
A los 15 días volví procurando vestir de una manera más sexi. Miró las diferentes pruebas, y afirmó que eran las de una persona sana que jamás había cometido excesos. Me señaló que me desvistiera totalmente y que me tumbase en el sillón ginecológico con las piernas abiertas.

Y comenzó la locura

Comenzó a tocarme las tetas suave al comienzo, pellizcando entonces los pezones que se quedaron duros como piedras. Me afirmó que iba a ser una puta fácil, protesté pero lo hice sin demasiada convicción. Me dió la vuelta en el sillón y comenzó a meterme los dedos por el trasero, untándome un gel. Le pregunté que hacía, respondiéndome que me iba a joder, pero no por el coño sino por el culo, pues no quería dejarme preñada.
Protesté y esta vez me comenzó a dar azotes con un cinturón en el trasero. Entonces me quedé quieta, clavándome la verga de cuajo hasta las narices. Desfallecí del dolor mas me puso una suerte de sales en la nariz para despertarme y de esta manera poder sentir todo. Tardó en correrse unos quince minutos, y a lo largo de los últimos cinco había desaparecido el dolor dando paso al placer, tuve un clímax increíble.
Después me tiró las braguitas y el resto de la ropa a fin de que me vistiese, no permitiendo que me limpiara. Yo en mi vida había gozado tanto, me trató como a una puta dominándome en todo instante aun por la fuerza. Una vez vestida se encendió un cigarrillo y me hizo un ademán a fin de que me sentase. Me afirmó que se había dado cuenta desde el comienzo que era una genuina viciosa, mas que durante mi vida no había tenido las compañías convenientes, de ahí que hasta el momento mi vida había sido ejemplar. Mi voluntad estaba plenamente doblegada por ese hombre y tal vez llevara razón en que si hubiese conocido el planeta del vicio antes ahora no sería una madre ejemplar, sino más bien una buena puta de lujo.
Me echó de la consulta, diciéndome que si deseaba regresar a verle, me daba un plazo máximo de una semana, pero si lo hacía sería para hacer todo cuanto me solicitara sin concesiones, lo que supondría un enorme cambio en mi vida en no un buen tiempo, por el hecho de que iba a sacar de mi la loba que llevaba dentro. Y ahora soy la mejor puta de Valencia.