Metallica, introducción a la historia del grupo

Metallica, introducción a la historia del grupo de Los Angeles


Vídeo oficial de Seek and destroy, uno de los primeros éxitos de Metallica.
La música llamada Heavy-metal ha tenido importantes cambios desde sus orígenes, a pesar de que a muchos les pueda sonar extraño. Como corresponde a un movimiento subterráneo, estridente y rebelde, hasta su posterior confirmación como fenómeno de masas y sus cada vez más frecuentes incursiones en las listas de éxitos de todo el mundo, habiendo tenido que soportar las acusaciones fratricidas con que los apóstoles de lo correcto han tratado de desacreditarlo, y llegando a desenvolverse gracias a su particular código interno de funcionamiento entre los demás estilos musicales existentes en el cada vez más diverso universo musical. Hoy en día, ya nadie escapa al poderoso influjo del Heavy Metal, hijo natural del Blues-Rock británico de finales de los 60, y amamantado durante la década de los 70 por multitud de bandas que adoptando los patrones sonoros y estéticos del género lo rentabilizaron económicamente y terminaron por estrangularlo artísticamente, llevándolo a un callejón sin salida, del que afortunadamente no le iba a costar mucho escapar.
 
Paradójicamente, fue la revolución del punk, la cual no fue tan dañina como algunos pretendieron en su momento, la que hizo que el Heavy Metal encontrara nuevas fuentes de inspiración y de expresión, revitalizando la salud del género con dosis de energía rejuvenecedora, que explotó en forma de un nuevo movimiento, localizado principalmente en las Islas Británicas, y posteriormente extendido hasta los demás confines del planeta. Durante los primeros años 80, el mundo del rock se encontró con un montón de bandas impregnadas por el espíritu del punk, y con la lección de sus antecesores bien aprendida, que se presentaban como integrantes de uno de los movimientos o escenas que renovaron los quebradizos cimientos del género: la Nueva Ola del Heavy Metal Británico (NWOBHM, new wave of british heavy metal), corriente que supuso una bocanada de aire fresco en el viciado ambiente de entonces, dotando de movilidad, investigación y riesgo a un género hasta la fecha considerado como estancado, excesivamente encerrado en sí mismo y poco amigo de cambios.
 
El panorama metálico en los primeros 80 no era muy alentador. Tan sólo la estela de algunos veteranos que se resistían a abandonar (Deep Purple, Thin Lizzy, UFO),

  Deep Purple (Higway Star)
el buen momento de forma de bandas como AC/DC, Judas Priest o Van Halen, y algún fenómeno aislado como el merecido éxito que obtuvieron los veteranos Motórhead, lograban mantener la atención del público, el cual también empezaba a cansarse de recibir siempre lo mismo. Viéndose todo ello agravado por el entonces incipiente techno-pop y su afan de desacreditar y finiquitar al Rock, en cualquiera de sus muchas acepciones. Pero la NWOBHM empezó a extenderse artística y comercialmente, con bandas como Iron Maiden, Saxon y Def Leppard a la cabeza, permitiendo que otras muchas que por entonces grababan sus primeras maquetas, empezaran a ser poco a poco más conocidas, distribuyendo sus hallazgos sonoros por los circuitos alternativos que entonces comenzaban a funcionar con intensidad.
 
La explosión independiente de los primeros 80 alcanzó también de lleno al Heavy Metal, permitiendo que se forjara toda una red de canales paralelos y ajenos a la industria, naciendo de forma espontánea y subterránea una gran cantidad de sellos discográficos, fanzines y emisoras de radio que dieron salida y sentido a toda una legión de bandas que empezaban a surgir de de-bajo de las piedras. Sólo ese afán por innovar y salirse de lo establecido, y esa característica tan inherente a los años 80 como es la fusión de conceptos, dio nacida a sub-géneros que teniendo el mismo origen, la NWOBHM, llegaron a tener sus propias formas de expresión: Death Metal, Thrash Metal, Speed Metal, Black Metal, Power Metal, Grindcore y demás grotescas denominaciones, a cual más pintoresca, desarrollaron cada una de ellas su propia esencia, con sus grupos, sellos discográficos y órganos de expresión audiovisuales. La revolución estaba servida; sólo había que estar preparado para recibirla. Frente a la ampulosidad, la sobreproducción, las grandes campañas publicitarias y de marketing, los espesos maquillajes y máscaras del siempre recurrente glam, el anquilosado AOR americano y el incansable retorno de las viejas glorias, en el mundo del Metal se impuso la economía de medios,
 

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la estética callejera, la aceleración de las partituras rítmicas y la radicalización de posturas musicales y estéticas, parámetros bajo los que se movieron bandas como Venom,

Black Metal de Venom
 
encabezando la revolución del Thrash Metal y produciendo un endemoniado amasijo sonoro que hizo zumbar los oídos de todo aquel que se ponía por el medio, con sus ritmos hiperveloces y sus poco habituales temáticas para aquellos tiempos: referencias satánicas, connotaciones violentas y fuertes dosis de nihilismo. Los viejos postulados del Heavy Metal eran elevados a su máxima expresión, escupidos con toda urgencia y velocidad. De esta forma, y a principios de 1981,  dos muchachos de un barrio de Los Ángeles, Lars UIrich y James Hetfield, profundamente aburridos por el rock americano de entonces y con una afición desmesurada por todo lo que oliera a NWOBHM, que en América no pasó de ser un género subterráneo sólo para entendidos, empezaron a crear sus primeras canciones con el propósito de fabricar un sonido más fuerte, más estridente y más acelerado que le diera una patada en los dientes al mismo Rock establecido de entonces, sin perder en ningún momento el contacto con la calle, lugar del que ellos provenían. Si bien nadie dio un duro por ellos en sus primeros tiempos, gracias a su trabajo incansable y su constante presencia en los escenarios del incipiente circuito neo-metálico, supieron situarse correctamente en la línea de salida del nuevo conglomerado de bandas que empezaban a surgir a ambos lados del Atlántico, alentados por un público ávido de nuevas sensaciones.
 
De esta forma, formaciones como Anthrax, Slayer, Megadeth, Exodus, Kreator,

  Kreator, Enemy of God.
 
Helloween y unas cuantas más, con Metallica al frente de todas ellas, superaron los desánimos y las malas críticas por parte de la prensa establecida de entonces, la misma que unos cuantos años después se ren-diría incondicionalmente a sus pies. Metallica marcó perfectamente el punto de inflexión central del desarrollo del Heavy Metal durante la década de los años 80, quedando a un lado los grupos más clásicos y lo vendidos del género, la excesiva complacencia comercial del AOR americano, los excesos estéticos de las estrellonas del glam y las viejas glorias sumergidas en formol. Fue también la primera banda surgida del underground que trascendió hasta niveles comerciales difícilmente imaginables por entonces, reinventando el concepto de Mainstream Rock, y abriendo el camino para muchos que vinieron después, como por ejemplo Nirvana, los cuales aprovecharon el hueco abierto años antes por Metallica para colarse en la industria por la puerta grande, y llegar hasta lo más alto. No es difícil llegar a la conclusión de que si Metallica no hubiera cambiado las reglas del juego en su día, los de Seattle no hubieran llegado a ser más que una prestigiosa (y excelente) banda alternativa o independiente. Sin embargo, es curioso que a partir de modelos como Iron Maiden, Saxon o los en su día desconocidos Diamond Head y demás oscuras bandas de la NWOBHM, surgieran estos cuatro jóvenes, perfectamente normales como cualquier hijo de vecino, sin excesos vistosos en cuanto al consumo de drogas, sin personalidades marcadamente neuróticas o autodestructivas, sin concesiones de tipo estético y sin más ambición que la de forjar un sonido potente y callejero de claro antecedente punk, que no ha necesitado de mesti-zajes sonoros de fácil recurso. Tampoco han protagonizado ningún incidente escabroso de fácil rentabilización, ni se han sometido excesivamente a los dictámenes de la industria, la cual hubiera acabado por enterrarlos artísticamente. Todavía hoy son aceptados sin ningún rubor por públicos ajenos a la escena metálica, por su inteligente forma de expresarse, por su vehemencia a la hora de defender sus hallazgos, y por su moderación para abrazar posturas, en principio, ajenas a la escena del Heavy Metal, diferenciándose claramente del resto de bandas establecidas y enseñándoles cómo obtener beneficios económicos y credibilidad entre sus fans, sin traicionar con ello su única y verdadera esencia. Si bien han pasado ya muchos años desde que circulara entre los medios especializados su primera maqueta, y evidentemente la situación de entonces ha cambiado mucho con respecto a la de ahora, Metallica sigue siendo uno de los grupos más emblemáticos de los últimos tiempos, superando ya de largo el fenómeno Thrash y encabezando por derecho propio, y por sus millonarias ventas, la Primera División del Rock mundial, algo que estaba muy lejos del pensamiento de dos jóvenes aficionados a la música, que practicaban con sus instrumentos en un garaje cualquiera de Los Ángeles, a principios del año 1981…
Primera formación (de izq. a dcha.): J. Hetfield, R. McGovney, L. Ulrich y D. Mustaine, sí, el de Megadeath.
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